Puede que no, puede que sí, ya se verá ¿o debiera decir se olerá?.
Hace unos meses aprendí a desarrollar aplicaciones para android; ese sistema operativo que se pone cada día más en uso y que tiene código abierto y gratuito. Me tomé un cursito 'online' y en unos días ya estaba programando mis caprichitos personales. Probaba todo en mi tablet y en los smartphones de mis amigos, y poco a poco fui subiendo algunas aplicaciones a la tienda, las mejores solamente. Me gané unos cuantos pesos en esta empresa. Hay en mi lista, una app para tomar el pulso, una para medir la intensidad del viento, otra para grabar tus trayectos por el mundo y otras para más cosas un tanto inútiles pero divertidas.

Claro que era una idea genial, si hay modo de almacenar cosas para dar gusto a todos los sentidos, ¿por qué no para el olfato? El verdadero problema era el 'cómo'. Estuve haciendo análisis, pruebas, investigaciones, sobre cómo podría, mecánica, química o electrónicamente; retener los olores en un dispositivo inteligente. Todo era en vano. No había cómo. Lo que sí encontré fue un montón de gente loca como yo, intentando lo mismo. Debía ganar esa carrera.
Mi primo Poncho, ingeniero en electrónica, me convenció de que era posible, con una llamada telefónica de dos minutos. Así que sin más pretextos puse manos a la obra y cerebro a proyectar. No voy a especificar cómo, sólo diré, que después de dos meses de trabajo, por fin lo conseguí. Con una adaptación especial para mi tablet y el desarrollo del software indicado, pude 'capturar y reproducir olores'. Ahora, el chiste ya no es sólo que lo conseguí, sino lo que sucedió después.