octubre 13, 2015

Hermosa noche

Por Abraham Ramírez



Mientras ves por la ventana las crujientes ramas
del árbol donde vive aquel gatito blanco
los grillitos cantan melodías de llanto
y se escucha a un tren lejano
recitar palabras

Mientras ves por la ventana lucecitas tenues
y neblina que viaja veloz por el espacio
tu risa vuela con sutil encanto
y yo me atrevo a recordar
quién eres

Hermosa noche;
el viento grita con locura que estamos en otoño








octubre 04, 2015

Historias líquidas.

Por Abraham Ramírez



1.
Más allá del comedor y del sonido abarcante de la estática del radio, que no encontraba ninguna estación en AM, pretendió deshacerse de su peso corporal sentándose bruscamente en el sillón reclinable de color azul rey de la sala.  Los días pasados, el señor Nuñez había realizado varios intentos desesperados por reencontrarse con su familia, pero todos habían resultado fallidos y bastante crueles.  Era cierto que no había sido el mejor esposo y mucho menos el mejor padre, pero en su cabeza, las neuronas aún activas, le decían a gritos que siguiera intentando, que aún había tiempo, que aún era joven, que su objetivo valía la angustia, la pena y el dolor.  Sin embargo, se le estaban acabando las ideas y el ánimo decaído y vencido le hizo mirar la botella de tequila que había dejado a medias la noche anterior.


2.
Marcia, escondida detrás de la cortina de su sala, veía la pelea juguetona de los señores García, y se imaginaba a sí misma, como hija de ellos, deteniendo la fingida riña y obligándolos con besos y sonrisas a hacer las paces. Lola, la hija verdadera de los García, estaba encerrada en su habitación, subiendo el volumen de los altoparlantes bluetooth y mandándole a su novio un mensaje de texto: 'Sí, ya sabes cómo son de cursis y babitas los viejos, los volveré a chantajear y podremos ir a donde tú digas'.  Mientras Marcia imaginaba con ojos cerrados la añorada escena con los García, Luis Miranda, el novio de su madre, la tomó por la cintura, y tapándole bruscamente la boca, la llevó de nuevo al cuartito de trebejos y por decimosegunda vez abusó de ella, mientras Zulma, su madre, dormía pesadamente en el piso de la sala, aún alcoholizada y semidesnuda, después de haber cedido a todas las eróticas peticiones del incansable Luis.


3.
Había despertado esa noche varias veces por el dolor de cabeza.  Aún tenía sangre coagulada en la piel y los cabellos, y la repasaba con los dedos como recordando.  El día de su décimo cumpleaños, su padre organizó una fiesta con los tíos y los compadres para celebrar, pero sólo vinieron dos niños, Juancho y Santiago; que asustados por la pronta alcoholización de todos los invitados, se fueron muy temprano a sus casas.  Fer, sin embargo, no podía ir a ningún lado.  Apenas habían sonado las siete en el reloj de la sala, cuando Fernando padre, atacado por una violenta e inexplicable ira, le arrojó una botella de cerveza indio a fernando hijo, le golpeó la parte trasera de la cabeza, justo por encima de la nuca y lo derribó de cara al piso sucio.  Algunos de los invitados se impresionaron y la mayoría se rieron.  Fernando se levantó con la visión nublada y los brazos temblorosos y se fue a su cuarto; se arrojó a su cama y se quedó dormido, soñando con matar a su padre, o al menos con huir a un lugar mejor, como su mamá.