Por Abraham Ramírez
En realidad no importaba si era azul o verde, era lo mismo, pero lo usaron de pretexto para sacar al fin todo el mal humor que habían fabricado los últimos días. Nosotros los vimos pelear desde detrás de la puerta, entre los pedacitos lisos de cristal del emplomado; él fue un poco violento para hablar pero no la tocó. Ella le arañó la cara varias veces y le rompió la camiseta negra metalera con una fuerza que nunca sospechamos que viviera dentro de ese cuerpecito delgado. Cuando la policía llegó a nuestra privada, el semidesnudo vecino estaba callado y con la cara larga. De sus ojos cafés de perrito cocker spaniel rodaban gotas pesadas de agua, y por sus cachetes barbados de tres días, líneas ridículas de sangre. Ella le gritaba histérica al policía gordo. El policía flaco intentaba investigar el hecho, pero pasaban pesados los minutos y lo único que había conseguido era una orden completa de insultos infantiles y tontos para él, para su compañero y para nuestro vecino cara roja.
Desde hacía varios días, las paredes huecas y pegadas de nuestras casas nos obligaban a escuchar peleas constantes. Ella siempre gritaba más, pero él no se dejaba. Al cabo de un rato, todo se quedaba en silencio y sólo se escuchaba el volumen bajito de la tele. Al fin el policía delgado logró imponerse y la vecina gritona se calló un ratito:
-A ver señorita, díganos qué pasó...
-Este idiota, le estoy diciendo que es azul, pero el muy imbécil es un necio que no sabe de colores, y eso que disque es diseñador el muy inútil...
-Cálmese señorita, así no vamos a llegar a ningún lado; vamos a hablar con respeto
-Yo no puedo respetar a este estúpido. El respeto se gana y él no se lo ha sabido ganar nunca, que se largue, no lo quiero volver a ver. -El poli entendió que con la mujer no se podría entender mucho, así que le preguntó al joven:
-¿qué pasó carnal? -Y aquí fue donde todo quedó claro.
-Esta niña ha sido mi motivación para ser mejor desde hace un montón de tiempo...
-motivación mis 'güevos' pendejo... -Interrumpió la susodicha, pero el poli flaco la vio con cara de perro bravo y amagó con sacar su arma. Ella se agachó de ladito y torció la boca. El joven continuó:
-Desde hace mucho tiempo sólo he trabajado para ella, quiero hacerla feliz, que tenga lo que sueña, que nunca se sienta sola, quiero amarla sin restricciones, sin temor. Compré esta casa hace un par de años para poder ofrecerle que viviéramos juntos. Llevamos aquí apenas unos meses, y de un tiempo a acá, ella ha estado saliéndose en las noches, cuando yo me duermo. Me duermo temprano porque tengo dos trabajos y debo levantarme a las 6 para llegar a tiempo al primero. No sé a dónde va ni con quién sale. No me cuenta nada. Dice que le debo tener confianza y que ella no tiene la culpa de que yo sea tan mamón de tener dos trabajos, que ella quiere salir y divertirse porque es joven y bonita. Ella no trabaja. Tiene todo el día para salir, pero se sale de noche, cuando yo me duermo. Apenas comienzo a querer tocar el tema para que arreglemos el asunto, se pone loca, comienza a gritarme y se hace la ofendida. Hace rato fuimos al parque, en plan relajado, como para mejorar las cosas. Estábamos jugando Pokémon Go y atrapamos un Totodile; le dije que me gustaba mucho ese verde agua de su piel y ella dijo que yo era un pendejo, que la piel era azul. Se puso loca por eso, me pegó en la cara, me enterró las uñas; yo le dije que me soltara y que no era para tanto, pero no me hizo caso...
-¡Claro que es azul pendejo! -interrumpió la mujer, abalanzándose hacia su novio para volver a atacarlo, pero el policía gordo la detuvo del brazo y le hizo una especie de llave calma locas.
Después de preguntarle a la muchacha si quería agregar algo y en lugar de eso recibir sólo insultos e intentos de agresión física, fue innecesario investigar más. Le preguntaron al joven si quería levantar cargos, pero el dijo que no, que no quería hacerle ningún mal. Los polis la soltaron. Ella se metió en la casa. Él después. Al cabo de un par de horas, la mujer salió con un par de maletas. Un tsuru verde, o azul, no supimos distinguir bien el color, pasó por ella. El conductor se bajó del auto, abrió la cajuela y metió las maletas. Luego la besó de lengua y ambos se metieron al auto. Antes de arrancar, ella bajó la ventanilla y se despidió de su novio:
-¡Chinga tu madre pendejo!