Por Abraham Ramírez
Estuvimos abrazados y esperando eneros
reunidos en el sol de esta galaxia alterna
tranquilos y repletos de recuerdos nuevos
y de aquella luz azul que se astilló en cometas
Estamos despintados de polvito de oro
extraviados en lugares que nos oscurecen
no encontramos formas de salir del lodo
que inventamos hartos de querernos siempre
Estaremos, cielo, en el rincón más solo
si no conseguimos volver al espacio
si no restauramos el vuelo sonoro
y nos alejamos de este inmenso globo
de oscuros, pesados y crueles espasmos
diciembre 28, 2018
agosto 10, 2018
METROCOLOR
Por Abraham Ramírez
P.D. 1
Conseguí, en Ebay, una cámara vieja y un poquito maltratada de cine y sólo un rollito de cinta Metrocolor. Sí, me gasté todos mis ahorros, pero ahora podremos grabar el corto de ese hermoso guión que escribiste, con la magia, siempre coqueta, de la cinta granulada y los colores vintage. Te quiero 1. Me urge que pase el tiempo rápido para encontrarnos. No olvides tu medicina. Te quiero 2.
P.D. 2
Te quiero 3.
A diferencia de mi maleta, que siempre queda más gorda de lo esperado aún sin los artículos olvidados, que nunca faltan (irónico), empaqué con mucho cuidado todos los accesorios de mi cámara nueva>vieja. Con hule espuma conovular, fabriqué empaques para que todo quedara suspendido y a salvo dentro del pesado veliz. A la mañana siguiente, el reloj sonó a las 4:00 a.m., aunque ya estaba levantado desde las 3:40. Subí todo al auto y comencé mi viaje exactamente a las 4:17. Puse mi música: 'El cielo ya no es azul clarito, ya se está haciendo de noche', 'Estoy buscando melodías, para tener como llamarte'. Encendí el desempañante. Me gusta mucho viajar solo, pero me gusta mucho más viajar contigo. Ya falta muy poco para verte de nuevo, para abrazarte y dejarme acariciar por tu perfume corporal y escuchar tu vocecita.
Estuviste trabajando en la Habana los últimos dos meses, en ese proyecto raro de la iglesia, nunca entiendo bien qué es lo que hacen ahí, pero te tienen para que, sea lo que sea, se vea y se escuche hermoso. Ahora estabas en Veracruz por fin y decidimos reunirnos en 'Riachuelos' para pasar unos días en la playa, antes de regresar a la rutina. Yo me he sentido más alejado de Dios que nunca, porque estar sin ti, solo, me desmotiva mucho y tiende a dejarme más vulnerable a lo malo. Resistí bastante. No compré juguetes (además de la cámara). No me tatué. Tomé poco café. No compré vino ni comí embutidos. No compré más accesorios para la bici azul. Helados sí comí, muchos. Engordé un poco. Creo que, aparte de eso, aguanté casi todas las tentaciones de tu ausencia.
Acabo de pasar Teziutlán; el eterno laberinto de la mala señalética. Siempre te lo digo cuando pasamos juntos. Tu autobús salía de Veracruz a las 4:30. Llegaríamos a la desviación en 'Y' de 'Riachuelos' más o menos a la misma hora. Llegué antes de lo planeado. No estabas aún. Es tan desestresante estirar las piernas y respirar la brisa del mar. Se escucha y se ve tan claramente desde la carretera, por eso hemos planeado envejecer aquí en una casita rústica y sencilla. Por eso y por los poquitos habitantes que hay. Por fin un camión de ADO se detiene. Allí estás, hermosa como siempre, no, más que nunca. Bajas, te ayudo, te abrazo. ¡Qué largo abrazo! No has cambiado. Eres lo más hermoso que existe en mi vida, en mi visión de la vida, en mi universo personal y más amado. Subo tu equipaje, abordas, te cierro la puerta, me subo, avanzamos. Me cuentas con suma paciencia y meticulosidad toda tu aventura internacional. Ahora amamos más Cuba; tú porque viviste ahí tu primera aventura trasatlántica, yo, porque además de ser cuna de Silvio, hotel de Eraclio y posada del Ché, te devolvió más hermosa y querida que nunca. Desempacamos todo en la casita blanca con rojo que rentamos siempre. Hacemos el amor con más amor que nunca, o con el mismo, pero con más trascendencia y desesperación. Te amo. Me amas. Todavía y para siempre.
Después de comer, te muestro la cámara. Te encanta, la armamos toda, la encendemos, le colocamos el rollo para hacer una toma muy pequeñita, para que quede cinta para tu corto. Corres hacia la playa, sonríes, brincas, me miras con esos ojos coquetos que me gritan con susurros que te gusto, que me quieres para ti, el mar te toca los piecitos, te acaricia; el aire tibio te despeina o te peina, según su gusto, el sol te ilumina, te matiza, te resalta. Eres lo mejor de este paisaje. A través del visor, de ese lente mágico, tus movimientos se vuelven cadencia, música, acordes de piano, luciérnagas en vuelo, promesas perfumadas. Vas, vienes, hablas, miras, actúas, cantas; yo grabo todo, nada se me escapa. El rollo gira y gira. La cinta, virgen por tantos años, se va quedando plasmada de ti, de tu encanto, de tu presencia en ese paraíso, que no sería paraíso si no estuvieras tú. Si no estuviera yo para verte allí. ¿Qué visión podría ser más sublime que esta? Dejo correr el carrete. Vuelta tras vuelta, la cinta nueva se va terminando. Se termina. 'No te preocupes, grabamos el corto con las Canon', me dices. Yo te abrazo de nuevo y el mar nos avienta a la playa juguetón pero brusco. Nos reímos a carcajadas. Nos quedamos abrazados un buen rato. Miro tus ojos. Me miras tú. Comprendo que, después de todo, Dios estuvo conmigo todo el tiempo. Desde que te trajo a mi vida, desde que una tarde de sábado en el templo, alguien me dijo: 'Te presento a...'
P.D. 3
De ese día, de ese suceso, de ti y de mí, nació esta canción. Te quiero 4.
larc.bleu - METROCOLOR
P.D. 1
Conseguí, en Ebay, una cámara vieja y un poquito maltratada de cine y sólo un rollito de cinta Metrocolor. Sí, me gasté todos mis ahorros, pero ahora podremos grabar el corto de ese hermoso guión que escribiste, con la magia, siempre coqueta, de la cinta granulada y los colores vintage. Te quiero 1. Me urge que pase el tiempo rápido para encontrarnos. No olvides tu medicina. Te quiero 2.
P.D. 2
Te quiero 3.
A diferencia de mi maleta, que siempre queda más gorda de lo esperado aún sin los artículos olvidados, que nunca faltan (irónico), empaqué con mucho cuidado todos los accesorios de mi cámara nueva>vieja. Con hule espuma conovular, fabriqué empaques para que todo quedara suspendido y a salvo dentro del pesado veliz. A la mañana siguiente, el reloj sonó a las 4:00 a.m., aunque ya estaba levantado desde las 3:40. Subí todo al auto y comencé mi viaje exactamente a las 4:17. Puse mi música: 'El cielo ya no es azul clarito, ya se está haciendo de noche', 'Estoy buscando melodías, para tener como llamarte'. Encendí el desempañante. Me gusta mucho viajar solo, pero me gusta mucho más viajar contigo. Ya falta muy poco para verte de nuevo, para abrazarte y dejarme acariciar por tu perfume corporal y escuchar tu vocecita.
Estuviste trabajando en la Habana los últimos dos meses, en ese proyecto raro de la iglesia, nunca entiendo bien qué es lo que hacen ahí, pero te tienen para que, sea lo que sea, se vea y se escuche hermoso. Ahora estabas en Veracruz por fin y decidimos reunirnos en 'Riachuelos' para pasar unos días en la playa, antes de regresar a la rutina. Yo me he sentido más alejado de Dios que nunca, porque estar sin ti, solo, me desmotiva mucho y tiende a dejarme más vulnerable a lo malo. Resistí bastante. No compré juguetes (además de la cámara). No me tatué. Tomé poco café. No compré vino ni comí embutidos. No compré más accesorios para la bici azul. Helados sí comí, muchos. Engordé un poco. Creo que, aparte de eso, aguanté casi todas las tentaciones de tu ausencia.
Acabo de pasar Teziutlán; el eterno laberinto de la mala señalética. Siempre te lo digo cuando pasamos juntos. Tu autobús salía de Veracruz a las 4:30. Llegaríamos a la desviación en 'Y' de 'Riachuelos' más o menos a la misma hora. Llegué antes de lo planeado. No estabas aún. Es tan desestresante estirar las piernas y respirar la brisa del mar. Se escucha y se ve tan claramente desde la carretera, por eso hemos planeado envejecer aquí en una casita rústica y sencilla. Por eso y por los poquitos habitantes que hay. Por fin un camión de ADO se detiene. Allí estás, hermosa como siempre, no, más que nunca. Bajas, te ayudo, te abrazo. ¡Qué largo abrazo! No has cambiado. Eres lo más hermoso que existe en mi vida, en mi visión de la vida, en mi universo personal y más amado. Subo tu equipaje, abordas, te cierro la puerta, me subo, avanzamos. Me cuentas con suma paciencia y meticulosidad toda tu aventura internacional. Ahora amamos más Cuba; tú porque viviste ahí tu primera aventura trasatlántica, yo, porque además de ser cuna de Silvio, hotel de Eraclio y posada del Ché, te devolvió más hermosa y querida que nunca. Desempacamos todo en la casita blanca con rojo que rentamos siempre. Hacemos el amor con más amor que nunca, o con el mismo, pero con más trascendencia y desesperación. Te amo. Me amas. Todavía y para siempre.
Después de comer, te muestro la cámara. Te encanta, la armamos toda, la encendemos, le colocamos el rollo para hacer una toma muy pequeñita, para que quede cinta para tu corto. Corres hacia la playa, sonríes, brincas, me miras con esos ojos coquetos que me gritan con susurros que te gusto, que me quieres para ti, el mar te toca los piecitos, te acaricia; el aire tibio te despeina o te peina, según su gusto, el sol te ilumina, te matiza, te resalta. Eres lo mejor de este paisaje. A través del visor, de ese lente mágico, tus movimientos se vuelven cadencia, música, acordes de piano, luciérnagas en vuelo, promesas perfumadas. Vas, vienes, hablas, miras, actúas, cantas; yo grabo todo, nada se me escapa. El rollo gira y gira. La cinta, virgen por tantos años, se va quedando plasmada de ti, de tu encanto, de tu presencia en ese paraíso, que no sería paraíso si no estuvieras tú. Si no estuviera yo para verte allí. ¿Qué visión podría ser más sublime que esta? Dejo correr el carrete. Vuelta tras vuelta, la cinta nueva se va terminando. Se termina. 'No te preocupes, grabamos el corto con las Canon', me dices. Yo te abrazo de nuevo y el mar nos avienta a la playa juguetón pero brusco. Nos reímos a carcajadas. Nos quedamos abrazados un buen rato. Miro tus ojos. Me miras tú. Comprendo que, después de todo, Dios estuvo conmigo todo el tiempo. Desde que te trajo a mi vida, desde que una tarde de sábado en el templo, alguien me dijo: 'Te presento a...'
P.D. 3
De ese día, de ese suceso, de ti y de mí, nació esta canción. Te quiero 4.
larc.bleu - METROCOLOR
La lluvia se llevó todo.
Por Abraham Ramírez
Disminuido, solo, respirando aún a rebanadas y probando la acidez salada de sus propios mocos y sus lágrimas, se sentó pesadamente en un rincón techado de las escaleras. Repasaba las escenas de la reciente historia sucedida, y sobre todo, la del desenlace, que esa misma tarde, mientras el cielo se oscurecía detrás de las nubes color miseria, había ocurrido. Pequeñas gotitas cayeron, pero luego de un rato se secaron, como dándole un ejemplo de coraje o miedo. El cigarro encendido, la canción de banda, la bofetada en el recreo, la minifalda, las palabras fastidiadas, los ojos fríos, el desprecio, la puerta azotada, las mentiras, los gritos tan ajenos, las groserías estúpidamente dichas, los besos infieles, las caricias fingidas; cada cuadrito de video era elegido con exactitud por su cerebro para producir un contundente mediometraje de miseria. Se sentía sucio por dentro. Despreciable. Despreciado. Estaba arrepentido de haber tardado así en entenderlo todo. En entenderse del todo. ¿Por qué necesitó tantos indicios para ver lo que para otros era obvio? Se odió. La odió. Como nunca antes había odiado. Se golpeaba la cabeza con el puño derecho, clavando lento, pero con intención de lastimar, las filosas falanges en la frente. Un tambor ansioso que marcaba el ritmo violento de una guerra perdida. Gemía, se callaba, y de repente chillaba de nuevo; como cuando era niño y lo dejaron tan solo aquel primer día en el kinder. Como aquellas noches silenciosas después de que su madre se fugó con un antiguo novio, mientras él sobrevivía al tercero de primaria y a su padre tristemente roto. Había pasado por tanto y ahora todo eso se le hacía tan poco comparado con ella. Con él estando con ella. Sin ella.
El estallido de un trueno retumbando muy cerquita lo regresó a la realidad, y por un momento dejó de verse y de verla, en esa regresión inútil. Grandes gotas pesadas comenzaron a caer por todos lados en un latir desesperado y muy constante. El techito que lo había protegido tan eficazmente de la llovizna temprana era inútil ahora ante aquella tormenta. Jaló los bloqueos acuosos de la nariz, tragó y trató de respirar profundo. Irónicamente, se secó los ojos debajo de la tremenda lluvia. Un gatito asustado de color ciruela pasa se acurrucó entre sus piernas. Lento y temblando por el frío y su estúpida amorosidad, lo acarició. El gatito maulló con tristeza y lo miró perdido. De repente, reflejado en esos ojos color selva de Chiapas, se sintió protector y necesario otra vez. De nuevo se entregó, como siempre, sin importarle nada, ni su reciente amor pisado. Detrás de él, grandes pasos angustiados cruzaban a toda prisa la plaza: "Mijo, me imaginé que te había agarrado la lluvia, mira nomás cómo estás".
Papá, hijo llorón y gatito de ojos verdes, acurrucados dentro de un paraguas azul marino, se perdieron de vista detrás del edificio A-2 de la Plaza 'el triangulito', debajo del agua ruidosa y constante. Del desamor, la soledad y la amargura, no quedó nada; la lluvia se llevó todo.
Disminuido, solo, respirando aún a rebanadas y probando la acidez salada de sus propios mocos y sus lágrimas, se sentó pesadamente en un rincón techado de las escaleras. Repasaba las escenas de la reciente historia sucedida, y sobre todo, la del desenlace, que esa misma tarde, mientras el cielo se oscurecía detrás de las nubes color miseria, había ocurrido. Pequeñas gotitas cayeron, pero luego de un rato se secaron, como dándole un ejemplo de coraje o miedo. El cigarro encendido, la canción de banda, la bofetada en el recreo, la minifalda, las palabras fastidiadas, los ojos fríos, el desprecio, la puerta azotada, las mentiras, los gritos tan ajenos, las groserías estúpidamente dichas, los besos infieles, las caricias fingidas; cada cuadrito de video era elegido con exactitud por su cerebro para producir un contundente mediometraje de miseria. Se sentía sucio por dentro. Despreciable. Despreciado. Estaba arrepentido de haber tardado así en entenderlo todo. En entenderse del todo. ¿Por qué necesitó tantos indicios para ver lo que para otros era obvio? Se odió. La odió. Como nunca antes había odiado. Se golpeaba la cabeza con el puño derecho, clavando lento, pero con intención de lastimar, las filosas falanges en la frente. Un tambor ansioso que marcaba el ritmo violento de una guerra perdida. Gemía, se callaba, y de repente chillaba de nuevo; como cuando era niño y lo dejaron tan solo aquel primer día en el kinder. Como aquellas noches silenciosas después de que su madre se fugó con un antiguo novio, mientras él sobrevivía al tercero de primaria y a su padre tristemente roto. Había pasado por tanto y ahora todo eso se le hacía tan poco comparado con ella. Con él estando con ella. Sin ella.
El estallido de un trueno retumbando muy cerquita lo regresó a la realidad, y por un momento dejó de verse y de verla, en esa regresión inútil. Grandes gotas pesadas comenzaron a caer por todos lados en un latir desesperado y muy constante. El techito que lo había protegido tan eficazmente de la llovizna temprana era inútil ahora ante aquella tormenta. Jaló los bloqueos acuosos de la nariz, tragó y trató de respirar profundo. Irónicamente, se secó los ojos debajo de la tremenda lluvia. Un gatito asustado de color ciruela pasa se acurrucó entre sus piernas. Lento y temblando por el frío y su estúpida amorosidad, lo acarició. El gatito maulló con tristeza y lo miró perdido. De repente, reflejado en esos ojos color selva de Chiapas, se sintió protector y necesario otra vez. De nuevo se entregó, como siempre, sin importarle nada, ni su reciente amor pisado. Detrás de él, grandes pasos angustiados cruzaban a toda prisa la plaza: "Mijo, me imaginé que te había agarrado la lluvia, mira nomás cómo estás".
Papá, hijo llorón y gatito de ojos verdes, acurrucados dentro de un paraguas azul marino, se perdieron de vista detrás del edificio A-2 de la Plaza 'el triangulito', debajo del agua ruidosa y constante. Del desamor, la soledad y la amargura, no quedó nada; la lluvia se llevó todo.
mayo 28, 2018
Fin de abril
Por Abraham Ramírez
Entre todas estas mentes grises
repletas de trámites oscuros
describo triste nuestro nuevo ciclo
a partir de ahora todo cambia
lo vivo muere sin perdón ni sueños
lo muerto aprende a caminar, respira
absorbe la sustancia putrefacta inerte
del amor pasado que perdió la vida
desde aquí se pueden ver las flores rosas
que decoran tu trágico vestido
la curva de tu hombro suave y libre
que alguien más abriga cuando tienes frío
me recoges nada, pues nada me diste
lo perdido son sueños que yo entretejí
besos que quedaron en simples intentos
bajo la basura que fueron mis sueños
mi luna, mi voz y mi amor para ti
adiós abril de las calles alegres
que luces mejores te pinten en paz
me llevo las nubes de frecuencias leves,
los cariños nuevos y los besos breves;
allí donde el viento acaricia la mar
Entre todas estas mentes grises
repletas de trámites oscuros
describo triste nuestro nuevo ciclo
a partir de ahora todo cambia
lo vivo muere sin perdón ni sueños
lo muerto aprende a caminar, respira
absorbe la sustancia putrefacta inerte
del amor pasado que perdió la vida
desde aquí se pueden ver las flores rosas
que decoran tu trágico vestido
la curva de tu hombro suave y libre
que alguien más abriga cuando tienes frío
me recoges nada, pues nada me diste
lo perdido son sueños que yo entretejí
besos que quedaron en simples intentos
bajo la basura que fueron mis sueños
mi luna, mi voz y mi amor para ti
adiós abril de las calles alegres
que luces mejores te pinten en paz
me llevo las nubes de frecuencias leves,
los cariños nuevos y los besos breves;
allí donde el viento acaricia la mar
abril 22, 2018
Como el alba
Por Abraham Ramírez
El tiempo
Su desprecio hacia los planes que tengo
La luna espejo que brilla
circunferencia de plata que toca mis ojos
El viento helado que conspira contigo
Mis manos de madera vieja y reseca que crujen
mientras intento retener el pasado sin lograrlo
Mi cuerpo descompuesto desde aquel colapso
El hoy que despido sin quererlo, que se va, que me deja, me abandona...
La noche
Mi sueño pesado y repetido
donde existes y dominas el entorno
donde eres feliz y yo no
Mis ojos
Mi letra
Mi trazo
Todo quebrado, aletargado, lleno de humedad
Todo.
Todo lo levanto con alegre esperanza
con esfuerzo paciente y añoranza
porque sé que lo inútil y lo malo que quisiste ver
para otros será útil, nuevo, como el alba...
El tiempo
Su desprecio hacia los planes que tengo
La luna espejo que brilla
circunferencia de plata que toca mis ojos
El viento helado que conspira contigo
Mis manos de madera vieja y reseca que crujen
mientras intento retener el pasado sin lograrlo
Mi cuerpo descompuesto desde aquel colapso
El hoy que despido sin quererlo, que se va, que me deja, me abandona...
La noche
Mi sueño pesado y repetido
donde existes y dominas el entorno
donde eres feliz y yo no
Mis ojos
Mi letra
Mi trazo
Todo quebrado, aletargado, lleno de humedad
Todo.
Todo lo levanto con alegre esperanza
con esfuerzo paciente y añoranza
porque sé que lo inútil y lo malo que quisiste ver
para otros será útil, nuevo, como el alba...
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