julio 30, 2017

Canciones íntimas - domingo

Por Abraham Ramírez



Me llega el sonido lejano de los truenos que juegan desesperados y decididos entre las nubes más grises, al sur.  Tú ya sabes que mi casa está al norte {no sé si te acuerdas un poquito de la distribución de la ciudad} y hasta aquí se escuchan.  Creo que, posiblemente, comience a llover aquí en una hora más o menos.  Yo acabo de ducharme y te escribo desde la biblioteca esta tarde de domingo.  Me equivoqué.  Ya caen las primeras gotas.  Son grandes, ruidosas, relajantes, transparentes, prometedoras.  Me encanta salir por las mañanas y ver el patio lleno de agua.  Me haría feliz ser valiente como cuando era niño y brincar en todos los charcos sin importarme si me voy a enfermar por llevar los pies mojados.  ¿Te acuerdas? También puedo oír los rechinidos un poco desafinados de los violines de un mariachi que toca 'Si nos dejan nos vamos a vivir un mundo nuevo...'.  Siempre hay fiestas los domingos.  Parece que toda la gente es feliz en domingo.  Yo, sin embargo, sólo me lo paso extrañando, añorando otras épocas, queriendo cosas y gente que no está, leyendo libros que nunca me enganchan, tocando canciones que no termino y discos de los que sólo aguanto el lado A o B, pero sólo uno; enciendo la tele, la apago en seguida, abro el refrigerador decidido a hacer algo de comer pero me arrepiento, abro la puerta para salir en la bici a tomar fotos, pero me invito a abandonar la intención y acepto la invitación.  Y así, en un ciclo que se repite en orden aleatorio, paso mis domingos.

     A riesgo de parecer cursi, te diré esto:  Nada sería igual de catatónico si estuvieras aquí.  Te he querido escribir de otras personas que son importantes, para que las conozcas, pero la verdad es que cuando las empiezo, las cartas, me pongo a pensar en nuestra última charla y me quedo así, pensando y pensando y ya no escribo nada.  Tiene mucho que no visito algún café ni veo a nadie.  Es trabajo-casa y casa-trabajo.  Me hace falta saber de ti.  Creo que eres la única persona de la que quisiera saber hoy, ahorita, en este instante.  Charlar.  Sentir tu aroma.  Verte mover los brazos mientras hablas y escuchar tus risas relajadas; no sé, hablar de nuestro equipo de futbol o salir a andar en bici a tomar fotos.  Contigo sí que me decidiría a ir a cualquier lado.  Me haces mucha falta.  El tiempo dirá qué pasará con nosotros.  Dios dirá.  El tiempo y Dios dirán.

     Los truenos no han cesado.  Ya no son juguetones.  Más bien amenazantes.  ¿Te imaginas cómo habrá sonado el cielo antes de que empezara el diluvio universal?  Yo quisiera tener una voz así de poderosa para intentar que me escucharas hasta allá.  ¿Piensas volver algún día? ¿te dejarían venir?
No te olvides de mí.  Por favor no dejes de intentar tu regreso, para que alguna vez, podamos revivir la gloria de los días pasados y hagamos brillar el sol y nuestros ojos y nuestras vidas, aunque sea domingo.






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