Tengo un jardín que me da placeres, que me alegra las mañanas y sobre todo las tardes, cuando regreso, exhausto y abatido. El verde multitonal me devuelve el ánimo, y mis flores perfuman el aire que respiro y me alegran los desteñidos ojos con sus colores brillantes y felices. Lo que ahora relataré, es algo que las pequeñas me contaron con sus vocecitas de viento y fragancias, cuando les pregunté por una de ellas, que de pronto no apareció más.
Mako, era un florecita de colores violáceos; más de tono lila que de otro, que vivía en un grupito de doce hermanas, de matices morados también. Todas habían abierto sus pétalos en primavera. Todas excepto Mako, que había florecido antes del equinoccio de marzo. Nació antes que las demás porque ni la propia naturaleza podía contener su ímpetu. Pronto se vio rodeada de belleza. Las demás flores del jardín le dieron la bienvenida y la aceptaron de inmediato como parte de la familia. Los geranios, las rosas, los lirios, las margaritas... todas sin excepción.
Al nacer sus hermanas, Mako ya sabía todo lo que había que saber acerca del jardín y del jardinero. Era muy lista. Se dió cuenta de que había otros seres aparte de ellas: Los pájaros que volaban y cantaban alegres cancioncitas, las lombrices que les hacían cosquillas en las raíces, los pequeños insectos, el caracol que trepaba el abetito del rincón, las catarinas coloradas y algunos otros. Quienes más llamaron su atención fueron las mariposas. Eran tan hermosas, como flores que matizaban el color de sus pétalos al abrir y cerrar de su cadente y rítmico vuelo. Venían volando con gracia, se paraban en ella unos segundos y sin más, emprendían un nuevo viaje, quién sabe a dónde. Hacia donde les viniera la gana. Hacia donde su microscópico corazón de insecto les mandara.
Cada día que pasaba, Mako deseaba más y más volar como las mariposas. Ser una mariposa. Si pudiera volar sería incluso mejor que ellas, porque aparte de colorear el cielo y los jardines, podría también perfumarlos con su fragancia dulce y atractiva. La pobre anhelaba tanto que dejó de dormir. Pasaba las noches soñando. Todos en el jardín la notaron diferente. Se le había ido perdiendo la alegría en algún lado. Por más pláticas que flores, arbustos y animales tuvieron con ella, nadie pudo sacarle de la cabeza que debía ser mariposa. A tantas voces muchos oídos. Los de Mako no, pero los de un avecilla que pasaba por el vecindario sí. Un pajarito alegre que sin prejuicio alguno, o eso queremos pensar, se ofreció a ayudarla.
-Yo te podría llevar a volar lejos de aquí, hasta donde tú quisieras. Tan sólo habría que cortarte el tallo o desenterrarte.
-¿Pajarillo, de verdad me ayudarías?
-Pues claro, es muy triste ver así de decaída a tan linda flor. Yo me especializo en ayudar a las doncellas como tú a cumplir sus sueños.
Mako, no eres Mariposa y ahora tampoco flor.
http://soundcloud.com/larcbleu/larc-bleu-mako-mariposa-flor
Yo opino que mendigo pajarillo !!! Y que dios te hace unico con tus bellesas y tus defectos que por mas que tengas una ilucion de cambiar o de que alguien te ilucione y te diga que puedas cambiar tu siempre vas hacer tu !! 1 ser unico !!
ResponderEliminar¡Hey, gracias por opinar!
ResponderEliminarBueno asi como Mako Todos tenemos una función un don por tal motivo somos únicos y especiales, también tenemos la libertad de tomar decisiones no siempre son correctas y estamos rodeados de muchos pajaritos que nos quieren ayudar pero al final la decisión es nuestra!
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